BIOGRAFÍA DE EDWARD BACH

by Ana Esencial

El viaje a la curación sencilla

Edward Bach nació el 24 de Septiembre de 1886 en Moseley, una pequeña villa cerca de la ciudad de Birmingham. En el seno de una familia de clase media inglesa, será el mayor de 3 hermanos.

Ya mostraba su gran gusto y veneración por la naturaleza desde la escuela, donde un profesor de origen galés, suscitó este interés que lo acompañó el resto de su vida. En sus vacaciones, pasaba el tiempo en contacto directo con la naturaleza en el país de Gales, donde acrecentó su amor y conocimiento hacia la misma, pues era un ser con grandes cualidades de observación.

Fue desde su infancia un ser delicado y espiritual, con gran sensibilidad por el dolor ajeno. Sentía la llamada hacia la medicina para ayudar al prójimo en su sufrimiento, pero desde un método de curación sencillo, que pudiera sanar cuerpo y espíritu. Por lo que tuvo dudas sobre el camino a elegir, entrando en valoración el sacerdocio, por ese componente espiritual de su deseo.

Terminados sus estudios escolares, a los 16 años, comenzó a trabajar en la fábrica familiar de latón durante 3 años, pues había descartado su sueño infantil de ser doctor, al sentir que no podía pedir a sus padres que le costeasen los estudios de medicina. Tras esta experiencia, en esas condiciones claustrofóbicas, comunicó a su padre que quería estudiar medicina y recibió la aprobación de la familia. En ese tiempo vivido con los trabajadores, gracias a su gran interés por el ser humano y su sufrimiento, pudo compartir sus experiencias, sus sentires y enfermedades, donde, pudo observar cómo les afectaba la enfermedad o incluso el miedo a la misma.

A los 20 años, en 1904, comenzó sus estudios en la universidad de Birmingham, siguiendo su pasión por aliviar el sufrimiento humano. Completó su formación en 1914, cuando recibió el título de Public Health, equivalente a nuestra licenciatura en medicina. Estos años no fueron nada fáciles, pues aunque tenía el apoyo de sus padres, no quiso cargarles en exceso y pasó situaciones económicas que le obligaban a estudiar de día y trabajar de noche o en algunos casos comprar el material de estudio en vez de comer.

      Su motivación por encontrar la causa real de la enfermedad y su curación de forma sencilla y amorosa, siempre fue el gran sostén para poder soportar las dificultades que se fue encontrando en sus circunstancias y su salud, a lo largo de su vida.

En su estancia como residente en varios hospitales, para Bach, siempre fue más importante la observación atenta y constante de cada paciente, que lo aprendido en los libros o en las clases. Le llamaba la atención la reacción de los pacientes ante la misma enfermedad, teniendo en cuenta sus distintas personalidades. Y llegó a la conclusión de que: “en el tratamiento de las enfermedades, la personalidad del individuo es más importante que su cuerpo físico”. Su enfoque estaba en la emoción que acompañaba cada dolencia.

Decepcionado por la ineficacia de los tratamientos que se aplicaban entonces, en algunos casos penosos y dolorosos. Se interesa por el campo de la inmunología, con investigaciones enfocadas en la flora intestinal, preparando vacunas con gérmenes intestinales, que creyó eran los responsables de numerosas enfermedades crónicas de difícil solución. El éxito fue fulminante y bien reconocido por sus colegas.

      Siempre entregado a su trabajo, en la atención en los hospitales, la investigación del laboratorio, la atención de pacientes en su consulta… Coincidiendo con la Primera Guerra Mundial, hizo grandes excesos con su energía, hasta tal punto que en 1917 cae inconsciente por una hemorragia digestiva, llegando a tener que ser operado de urgencia, mientras estaba inconsciente. Le diagnosticaron un tumor, con una expectativa de vida de máximo 3 meses. Tras el shock inicial y con intensos dolores físicos, volvió a su laboratorio para intentar completar su obra en el tiempo que le quedaba. Trabajaba día y noche, tanto así que su ventana era conocida en el hospital como “la luz que nunca se apaga”. Tal fue la dedicación a su pasión, que los 3 meses pasaron y su estado físico mejoró hasta sentirse más fuerte y sano que nunca. Con esta experiencia, Bach llegó a la conclusión de que “un gran interés, una pasión o una finalidad bien definida en la vida, son los factores que determina la felicidad del hombre en la tierra, y el incentivo gracias al cual puede atravesar todas las dificultades.”

Por su investigación en inmunología, se le consideraba un genio con un futuro por delante más brillante si cabía.

      Después de su recuperación, llega un giro profesional, entrando a trabajar en el Hospital Homeopático de Londres, donde conocerá el trabajo de Hahnemann y los principios de la homeopatía, en lo que encuentra la coincidencia con su visión del origen mental y emocional de la enfermedad como base de las posibilidades terapéuticas.

A partir de este encuentro crea lo que son conocidos como los Nosodes de Bach, unas vacunas homeopáticas con los gérmenes intestinales que ya trabajaba, esta vez basados en tipos de personalidades.

      Su mente inquieta le llevó a plantearse si las personalidades y tipos emocionales se podrían reagrupar y en ese caso, sí las personas de tipos parecidos de personalidad y de emociones, padecerían las mimas enfermedades. Llegó a la conclusión de que podrían padecer cualquier enfermedad, pero que lo que sí podía categorizarse, es la forma en la que reaccionarían. Por lo que se acrecentó su interés por la búsqueda de un tratamiento para las emociones y los estados mentales negativos.

      A pesar del éxito obtenido con sus investigaciones, que le valieron el reconocimiento y aprobación de toda la comunidad médica, Bach seguía con su deseo de encontrar en la naturaleza la fuente de los remedios, teniendo en cuenta, antes que nada, la personalidad del individuo.

      El año 1928, fue el que marcó el comienzo en sus investigaciones científico-espirituales exitosas. Sintió una llamada a viajar a Gales, donde encontró los 3 primeros remedios, Impatiens, Mimulus y Clematis. Consiguiendo grandes resultados con estos 3 remedios, decidió dedicar su vida a estas investigaciones y dejar atrás su laboratorio y su consulta exitosa, para mudarse a Gales y poder vivir en contacto con la naturaleza, donde sabía que encontraría lo que buscaba.

Feliz por su decisión, dejándose llevar por su intuición, que sentía como una manifestación de la Divinidad en sí mismo, se despidió de su vida hasta entonces y se aventuró valientemente a seguir este incierto camino. Esta despedida del mundo científico le permitió conectar profundamente con sus capacidades intuitivas y curativas, que fue desarrollando de forma excepcional hasta el final de sus días.

Para este momento de su vida, ya había podido observar, como con el simple contacto de su mano podía aliviar a los enfermos. Fruto de su gran devoción por el ser humano y su afán por aliviar el sufrimiento. Y era capaz de oír, ver y sentir cosas que todavía no se explicaba.

Fueron muchos los caminos que atravesó por campos, bosques, ríos, pueblos y costas. En este caminar tenía dos frentes de observación, por un lado las personas que se iba encontrando (costumbre que le había acompañado toda su vida), de cualquier edad y condición, prestando atención a sus miradas, gestos y comportamientos. Y por otro lado estaba la naturaleza, examinando y conectando con cada árbol, arbusto o pequeña planta. Desarrollando de esta manera, aún más, su sensibilidad y capacidad de percepción.

Esta observación a los dos frentes al tiempo, le llevó a adivinar un lazo de unión entre los estados del alma humana y la flor. Ya que según sus palabras “La vida de la planta está concentrada en la flor, pues ella encierra el fruto futuro”. En la búsqueda de plantas, se quedaba con aquellas que no fueran primitivas en su desarrollo, venenosas o comestibles.

En 1930, mientras observaba el rocío sobre los pétalos de las flores, le vino la idea del modo en el que podría preparar los remedios florales; diferente a lo que había hecho hasta ese momento con cocciones. Y así nació el Sun Method.

En tres años descubrió lo que se conoce como los 12 curadores. A la vez que seguía en la búsqueda de nuevos remedios, se empleaba en su investigación y aplicación en pacientes de forma exitosa, lo que le alentaba a seguir adelante. También publicó varios artículos sobre el tema en revistas homeopáticas y redactó un libro en el que refleja su visión de la salud y los medios para lograr la verdadera curación, “Cúrese Usted Mismo”. Desde entonces tuvo que afrontar el desacuerdo y los ataques de la comunidad médica. Al mismo tiempo crecía el número de personas que iban en su busca para aliviar su sufrimiento.

Poco a poco Bach fue ampliando el número de remedios, hasta llegar a completar los 38 remedios. Los últimos remedios, le conllevaron sufrimientos que precedían a su descubrimiento, llegando a vivir el estado anímico que les correspondía. Con la finalidad de aliviar esos sufrimientos, su sensibilidad lo llevaba a descubrir el remedio adecuado.

Desde 1928, había dejado de lado la medicina formal y sus parámetros, dedicándose a la sanción con la prescripción, según el estado emocional de sus pacientes, de sus remedios. En 1936, tras diversos conflictos con la comunidad médica y la visión que tenían de su nuevo método de curación, comunica su deserción de la medicina ortodoxa con una breve nota.

Para su satisfacción personal y como recompensa a su dedicación y esfuerzo, en 1935 había finalizado su sistema de remedios, su fama se había extendido recibía cartas de todas las partes del mundo agradeciendo su eficacia y solicitando aprender el nuevo método y conocer a su creador.

En esos últimos años, formó a sus colaboradores y dejó en manos de Nora Weecks la elaboración y preservación.

Con una vida llena de controversia, fue un gran pionero, cuyos descubrimientos se adelantaron a la ciencia. Doctor entregado y apasionado, que dejó atrás su brillante trayectoria como médico, con su estabilidad económica y el prestigio profesional y personal que su trabajo le aportaba. Decidió darle la espalda a la medicina ortodoxa para empezó a investigar el poder curativo de la naturaleza.  Se entregó a los dictados de su alma, lo cual le llevó al descubrimiento de este bálsamo para el alma, que en nuestra noche oscura, nos abraza y eleva. Sus hallazgos cambiaron la manera de ver las terapias naturales.

Mi más sincera gratitud a este Ser que brilló con la luz de su Alma, con valentía y sacrificio.

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